"Para ti, el asunto fue siempre muy sencillo, al menos por lo
que hablabas al respecto en mi presencia y también, sin discriminación,
en la de muchos otros. Creías que era, más o menos, así: durante tu
vida entera trabajaste duramente, sacrificando todo a tus hijos, en especial
a mí. Por lo tanto, yo he vivido cómodamente, he tenido absoluta
libertad para estudiar lo que se me dio la gana, no he tenido que preocuparme
por el sustento, por nada, por lo tanto, y en cambio de eso, tú
no pedías gratitud (tú conoces como agradecen los hijos) pero esperabas
por lo menos algún acercamiento, alguna señal de simpatía; por el
contrario, yo siempre me he apartado de ti, metido en mi cuarto, con
mis libros, con amigos insensatos, con mis ideas descabelladas; jamás
hablé francamente contigo, en el templo jamás me acerqué a ti, en
Franzenbad no fui jamás a visitarte, tampoco he conocido el sentimiento
de familia, ni me ocupé del negocio ni de tus otros asuntos, te
endosé la fábrica y te abandoné luego, apoyé a Ottla en su terquedad, y
mientras que por ti no muevo ni un dedo (ni siquiera te traigo una entrada
para el teatro), no hay cosa que no haga por mis amigos. Si haces
un resumen de tu juicio sobre mí, surge que no me reprochas nada que
sea en realidad indecente o perverso (excepto, tal vez, mi reciente
proyecto de matrimonio), sino mi frialdad, mi alejamiento, mi ingratitud.
Y me lo echas en cara como si fuese culpa mía, como si mediante
un golpe de timón hubiese podido, dar a todo esto un curso distinto, en
tanto tú no tienes la menor culpa, salvo tal vez la de haber sido excesivamente
bueno conmigo..."
CARTA A SU PADRE
FRANZ KAFKA
Editado por El Aleph
Comentarios
Publicar un comentario