Ir al contenido principal
Este es una clásico de nuestros tiempos. Estás en Internet, de pronto lo ves en la ventana del chat y te animas a tipear un saludito cordial como un “Hey, ¿cómo andas?" A mí me ha pasado quedarme como una tarada esperando que aparezca el popular “el hijo de p que no me quiere hablar está escribiendo un mensaje”, pero no. No aparece. Haces un segundo avergonzado intento: “¿estás?”. Pueden pasar dos cosas, o que esperes por siempre o que de pronto aparezca: “el hijo de p que no me quiere hablar aparece como No conectado”. He de reconocer que yo también he hecho desapariciones on line (que bueno es ponerse en los zapatos del otro, ¿no?, yo calzo 8). Desde el día que nos conocimos, mi persistente compañero de aquel buen día en Amigolandia, trató de comunicarse conmigo a través del chat durante meses y no tuve la amabilidad de contestarle un solo mensaje. Sí, fui una malcriada, pero no me gustaba. Así que lo dejaba tintineando, mandándome zumbidos inútiles, hablando sólo, yo estaba en otra y no quería nada con él. Se siente horrible del otro lado del espejo, cuando tú eres el interesado. Ante estos casos, recomiendo bloquear y borrar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

ESTAR PRESENTE

Ayudar en forma anónima nos quita la posibilidad de dar otro regalo: nuestra presencia. Cuando una persona está enferma o tiene una carencia, no solo podemos ayudarla con algo material (por ejemplo, dinero), sino también con nuestra presencia. La calidez de un abrazo, una sonrisa cariñosa o una mirada comprensiva pueden ser un auténtico bálsamo cuando hay dolor o necesidad. Nuestra persona, en sí misma, puede ser un valioso regalo para otro ser humano. Rebeldita

...si...lo aprendí...

  “Una cosa yo he aprendido de mi vida al caminar, no puedo ganarle a Dios, cuando se trata de dar. Por más que yo quiero darle, siempre me gana Él a mi, porque me regresa más de lo que yo le pedí. Se puede dar sin amor, no se puede amar sin dar, si yo doy no es porque tengo, más bien tengo porque doy. Y cuando Dios me pide, es que me quiere dar, y cuando Dios me da, es que me quiere pedir. Si tu quieres, haz el intento y comienza a darle hoy, y verás que en poco tiempo tu también podrás decir: Una cosa yo he aprendido de mi vida al caminar, no puedo ganarle a Dios cuando se trata de dar.

Me preguntaba mil veces sin respuesta por qué mi cruz doblaba mis espaldas...

Hablé con Dios mirando las estrellas, y sollozando dije: -"Es muy pesada". Dios me hizo ver con toda su paciencia cuánto y por qué, equivocado estaba; y poco a poco empecé a darme cuenta, que mi cruz tornábase liviana.  Vi pasar miseria tan inmensa colgada en los harapos de una anciana. Vi a un joven muriendo de tristeza por una enfermedad que lo acosaba. Una madre con toda su entereza, a su hijito con dolor sepultaba. También vi el hambre reflejada en la familia que sin trabajo estaba. Luego miré mis manos... vivas, sanas, sobre ellas mi cruz se destacaba. De pronto dijo Dios: "Di cuánto pesa", y yo le dije: "Señor... no pesa nada".