Quizás nuestro mejor amigo acaba de encontrar una pareja maravillosa, que todo sea dicho, nos encanta. En vez de felicitarle, toca decirle… ¿te has fijado que hace esto, esto y esto mal? ¿Te has fijado lo que pasa cuando no la miras? ¿Te has fijado lo que podría pasar si esto, esto y esto?... pero si tu amigo sólo quería que le dijeras con una sonría enorme ¡¡¡enhorabuena!!!… y vas y le cuentas todo eso.
Otro amigo acaba de encontrar trabajo, y desde el poder de la envidia, comenzamos… ¿te has fijado que esa empresa está aplicando despidos en otro país? ¿Te has fijado que no das el perfil correcto? ¿Te has fijado lo “rarito” que es tu jefe?… pero si sólo quería que le felicitaras y le comentaras que no va a parar de aprender mil cosas increíbles.
El poder de la envidia tiene una doble lectura: por un lado nos alimenta nuestra propia insatisfacción, y por otro, nos limita sonreír a los que nos rodean.
Otro amigo acaba de encontrar trabajo, y desde el poder de la envidia, comenzamos… ¿te has fijado que esa empresa está aplicando despidos en otro país? ¿Te has fijado que no das el perfil correcto? ¿Te has fijado lo “rarito” que es tu jefe?… pero si sólo quería que le felicitaras y le comentaras que no va a parar de aprender mil cosas increíbles.
El poder de la envidia tiene una doble lectura: por un lado nos alimenta nuestra propia insatisfacción, y por otro, nos limita sonreír a los que nos rodean.
Comentarios
Publicar un comentario