Ir al contenido principal

No basta querer, hay que creer

No basta querer, hay que creer. Aquí ya le dedicamos un post con el mismo título: No basta querer, hay que creer. Hemos hablado muchas veces de ello. Somos adictos (y esclavos) a nuestras creencias. Hace poco le escuché a Oprah Winfrey la siguiente frase: "Tú te conviertes en lo que crees. Estás donde estás hoy en tu vida basado en todo lo que has creído". Tus Creencias (positivas o negativas) son energía, que dan lugar a Pensamientos (positivos o negativos) que dan lugar Sentimientos (positivos o negativos) que desembocan en Comportamientos (ganadores o ramplones).

El optimismo es esencial. Es fácil ser perseverante y luchar cuando uno va ganando; lo difícil, evidentemente, es mantener un tono vital alto cuando las cosas se ponen feas. Ninguna biografía, ni en lo personal ni en lo profesional, es una línea recta. Está jalonado de momentos bueno y otros no tanto. En estos últimos es donde hay que demostrar resiliencia. Es fácil se optimista desde una distancia segura, lo que hay que demostrarlo es en momentos complicados. Pero es una cualidad indispensable para llegar lejos.


Comentarios

Entradas populares de este blog

ESTAR PRESENTE

Ayudar en forma anónima nos quita la posibilidad de dar otro regalo: nuestra presencia. Cuando una persona está enferma o tiene una carencia, no solo podemos ayudarla con algo material (por ejemplo, dinero), sino también con nuestra presencia. La calidez de un abrazo, una sonrisa cariñosa o una mirada comprensiva pueden ser un auténtico bálsamo cuando hay dolor o necesidad. Nuestra persona, en sí misma, puede ser un valioso regalo para otro ser humano. Rebeldita

...si...lo aprendí...

  “Una cosa yo he aprendido de mi vida al caminar, no puedo ganarle a Dios, cuando se trata de dar. Por más que yo quiero darle, siempre me gana Él a mi, porque me regresa más de lo que yo le pedí. Se puede dar sin amor, no se puede amar sin dar, si yo doy no es porque tengo, más bien tengo porque doy. Y cuando Dios me pide, es que me quiere dar, y cuando Dios me da, es que me quiere pedir. Si tu quieres, haz el intento y comienza a darle hoy, y verás que en poco tiempo tu también podrás decir: Una cosa yo he aprendido de mi vida al caminar, no puedo ganarle a Dios cuando se trata de dar.

Me preguntaba mil veces sin respuesta por qué mi cruz doblaba mis espaldas...

Hablé con Dios mirando las estrellas, y sollozando dije: -"Es muy pesada". Dios me hizo ver con toda su paciencia cuánto y por qué, equivocado estaba; y poco a poco empecé a darme cuenta, que mi cruz tornábase liviana.  Vi pasar miseria tan inmensa colgada en los harapos de una anciana. Vi a un joven muriendo de tristeza por una enfermedad que lo acosaba. Una madre con toda su entereza, a su hijito con dolor sepultaba. También vi el hambre reflejada en la familia que sin trabajo estaba. Luego miré mis manos... vivas, sanas, sobre ellas mi cruz se destacaba. De pronto dijo Dios: "Di cuánto pesa", y yo le dije: "Señor... no pesa nada".