Hace tiempo que perdí los miedos. Todos menos los físicos, ya que me tiraría por un barranco de no tenerlos. Cuando alguien me viene con sus amenazas o sus chantajes emocionales mi sonrisa es la respuesta. En mi opinión, las personas que amenazan, se rodean frecuentemente de cacatúas sin sentido, porque son los que los aceptan sin problemas (hasta que un día explotan y es peor).
Ayudar en forma anónima nos quita la posibilidad de dar otro regalo: nuestra presencia. Cuando una persona está enferma o tiene una carencia, no solo podemos ayudarla con algo material (por ejemplo, dinero), sino también con nuestra presencia. La calidez de un abrazo, una sonrisa cariñosa o una mirada comprensiva pueden ser un auténtico bálsamo cuando hay dolor o necesidad. Nuestra persona, en sí misma, puede ser un valioso regalo para otro ser humano. Rebeldita
Comentarios
Publicar un comentario